Introducción

La adiposidad se distribuye en diversas áreas anatómicas del cuerpo humano, incluyendo la grasa visceral que rodea los órganos internos, la grasa intramuscular presente en forma de gotículas en el tejido muscular, la grasa subcutánea ubicada bajo la piel, así como otros compartimentos adiposos. Sin embargo, es importante destacar que la acumulación o retención de grasa en determinadas localizaciones puede acarrear consecuencias más perjudiciales para la salud en comparación con otras. Por ejemplo, se ha establecido una asociación directa entre la grasa abdominal y condiciones crónicas tales como la obesidad y las enfermedades cardiovasculares, independientemente del grado general de adiposidad y de la presencia de tejido adiposo visceral. En consecuencia, la reducción específica de la grasa subcutánea en el área abdominal mediante modalidades de ejercicio o combinaciones de las mismas podría mitigar algunos de estos efectos negativos.

Una razón de peso para priorizar el empleo del ejercicio físico y la nutrición en la disminución de la grasa corporal radica en el hecho de que, por ejemplo, la liposucción agresiva no surte efecto alguno en la mejora de la sensibilidad a la insulina ni en otros factores de riesgo asociados a las enfermedades cardiovasculares (1). Adicionalmente, por su parte, el tejido adiposo se configura como un órgano altamente metabólico y endocrino (2), cuya funcionalidad se ve directamente influenciada por la actividad física. Por ende, el logro de una reducida adiposidad abdominal no solo incide favorablemente en la estética abdominal, sino que también puede conllevar una reducción del riesgo de padecer enfermedades crónicas (3).

Si el propósito de minimizar la adiposidad abdominal no solo guarda relación con aspectos estéticos y de bienestar, sino que también repercute en una mejor salud general, es pertinente indagar acerca del impacto diferencial que diversos tipos de ejercicio podrían ejercer en esta área específica del cuerpo humano. En este sentido, la existencia de investigaciones científicas nos proporcionan valiosos hallazgos al respecto. Veamos los detalles de una revisión y meta-análisis que tuvo por objetivo analizar los efectos independientes del entrenamiento aeróbico (AT), las modalidades de entrenamiento de fuerza (RT), y las modalidades de ejercicio combinadas sobre el tejido adiposo subcutáneo (SAT) en adultos.

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¿Sabías? La revisión sistemática se caracteriza por la recopilación planificada y sistemática de un conjunto de estudios relacionados con un tema específico, mientras que el meta-análisis implica el análisis estadístico conjunto de estos estudios, conformando así un "estudio de estudios".

El estudio

El presente estudio se constituyó como una revisión sistemática y meta-análisis. Los criterios de inclusión (es decir, los criterios requeridos para que un estudio sea incluido en el análisis) fueron los siguientes:

  • Estudios que evaluaron los efectos del ejercicio sobre el área de grasa abdominal.
  • Diseños de ensayos clínicos controlados y aleatorizados.
  • Estudios que investigaron el efecto de una intervención sobre el área de grasa abdominal.
  • Estudios que utilizaron tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM) para la cuantificación de la grasa subcutánea abdominal.
  • Estudios en humanos con un período mínimo de seguimiento de 4 semanas.
  • Estudios publicados en inglés.

Los criterios de exclusión (es decir, los criterios que impedirían que un estudio sea incluido en el análisis) fueron los siguientes:

  • Participantes menores de 18 años.
  • Investigaciones no originales (por ejemplo, revisiones).
  • Datos insuficientes.
  • Enfermedades específicas (por ejemplo, lesión de la médula espinal y SIDA).
  • Los métodos utilizados para la cuantificación de SAT que no fueron TC o RM, como la ecografía o DXA.

La calidad de los estudios se evaluó mediante una escala modificada de Jadad. En la escala de Jadad normal, las puntuaciones van de 0 a 5 puntos, basándose en los siguientes criterios, cada uno de ellos con un valor de 1 punto (si se informa):

  1. Presencia de aleatorización.
  2. Método de aleatorización.
  3. Realización de doble enmascaramiento.
  4. Método de doble enmascaramiento.
  5. Informes de abandonos y retiradas.

Una puntuación de 5, que es el máximo, indicaría un estudio de alta calidad. Para el meta-análisis, se utilizaron modelos de efectos aleatorios y fijos para estimar los efectos del entrenamiento sobre SAT.

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¿Sabías? Existen dos modelos estadísticos principales utilizados en los meta-análisis: los efectos fijos y los efectos aleatorios.

En el modelo de efectos fijos, se asume que hay un tamaño de efecto verdadero y que todas las diferencias observadas entre los estudios se deben únicamente al error de muestreo. El error de muestreo se refiere a las diferencias que pueden surgir entre los participantes de un estudio y la población general de la cual fueron extraídos. Por ejemplo, si evaluamos un nuevo suplemento en atletas con características similares, experiencia y ubicación geográfica, es probable que el error de muestreo sea mínimo. Sin embargo, si se prueban diferentes poblaciones con diversas dietas en distintas ubicaciones geográficas, es más probable que exista un mayor error de muestreo.

El modelo de efectos aleatorios, por otro lado, reconoce que el tamaño del efecto verdadero puede variar entre los estudios. En otras palabras, no podemos predecir con certeza lo que sucederá. Se esperarían diferencias en los estudios sobre la pérdida de peso gradual versus la pérdida de peso rápida debido a la magnitud de la pérdida de peso, los hábitos relacionados con ubicaciones geográficas distintas (como el NEAT) y el tipo de dieta utilizada, entre otros factores a considerar. En general, los aspectos de interés para nosotros, como la pérdida de grasa y el crecimiento muscular, suelen requerir el uso del modelo de efectos aleatorios, a menos que la población, la ubicación y las intervenciones sean extremadamente similares.

Los estudios que informaron ≥2 intervenciones de diferentes intensidades de ejercicio se consideraron estudios separados. Además, se incluyeron por separado los estudios que informaron resultados desglosados por género masculino y femenino. Sin embargo, esta práctica puede resultar insuficiente para el análisis de los datos y generar comparaciones innecesarias, ya que no disponemos de evidencia que sugiera que el género o la intensidad del ejercicio desempeñen un papel en la pérdida de tejido adiposo subcutáneo (SAT).


Resultados

El meta-análisis abarcó un total de 43 estudios con la participación de 3552 individuos. La mayoría de estos estudios se llevaron a cabo en personas con sobrepeso u obesidad, y algunos de ellos incluyeron participantes con diabetes tipo 2 (DT2) o síndrome metabólico.

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¿Sabías? En revisiones y meta-análisis es común encontrar representaciones gráficas conocidas como diagramas de bosque (Más abajo podrá verlos con claridad en la Figura 1, 2 y 3).

Para comprenderlos, es necesario considerar que cada línea horizontal representa un estudio individual. El cuadrado central de cada línea representa la diferencia promedio en el tejido adiposo subcutáneo (SAT) entre el ejercicio y la ausencia de ejercicio en ese estudio. Si algo se encuentra a la izquierda de la línea vertical 0, indica un beneficio del ejercicio. Si algo se encuentra a la derecha de la línea vertical 0, indica un beneficio de no hacer nada. Los extremos de cada línea horizontal representan el intervalo de confianza (CI) del 95%, que es un rango de valores que son más consistentes con los datos. El símbolo de diamante representa el promedio de todos los estudios. Al observar el diamante en la parte inferior de la Figura 1, por ejemplo, se puede notar que se encuentra significativamente a la izquierda de 0, lo cual indica que el ejercicio aeróbico tiene un efecto de reducción en el tejido adiposo subcutáneo en el área abdominal.

Entrenamiento aeróbico: Los investigadores observaron una reducción significativa de SAT en comparación con los grupos de control. La diferencia promedio fue de -13 cm2, con un intervalo de confianza del 95% que osciló entre -18.5 y -7.6 cm2 (Figura 1). Esto indica que el entrenamiento aeróbico tuvo un impacto positivo en la disminución de SAT.


Figura 1. Impacto del ejercicio aeróbico en la grasa abdominal subcutánea. Diagrama de bosque para estudios de AT (n = 45). El gráfico muestra las DMP y los IC del 95% para los estudios individuales y la estimación combinada. AT = entrenamiento aeróbico; DMP = diferencia de medias ponderada.

Entrenamiento de fuerza: Al igual que con el entrenamiento aeróbico, los investigadores también observaron una reducción significativa en SAT después del entrenamiento de fuerza (RT) en comparación con los grupos de control. La diferencia promedio fue de -5.39 cm2, con un intervalo de confianza del 95% que osciló entre -9.7 y -1.1 cm2 (Figura 2). Esto indica que el RT tuvo un efecto positivo en la disminución de SAT.


Figura 2. Impacto del ejercicio de fuerza sobre la grasa abdominal subcutánea. Diagrama de bosque para estudios de RT (n = 15). El gráfico muestra las DMP y los IC del 95% para los estudios individuales y la estimación combinada. RT= entrenamiento de resistencia; DMP = diferencia de medias ponderada.

Entrenamiento Combinado: El entrenamiento combinado mostró una reducción significativa en SAT después de excluir dos valores atípicos. La diferencia promedio fue de -31,34 cm2, con un intervalo de confianza del 95% que varió entre -50,4 y -12,3 cm2 (Figura 3). Esto indica que el entrenamiento combinado tuvo un efecto positivo en la disminución del SAT después de eliminar los valores atípicos.


Figura 3. Impacto del ejercicio combinado sobre la grasa abdominal subcutánea. Diagrama de bosque para estudios de entrenamiento combinado (n = 6). El gráfico muestra las DMP y los IC del 95% para los estudios individuales y la estimación combinada. DMP, diferencia de medias ponderada.

Entrenamiento aeróbico versus entrenamiento de fuerza: Todos los resultados anteriores se compararon entre el ejercicio y la ausencia de ejercicio. Partimos del supuesto de que el ejercicio es mejor que la inactividad para prácticamente cualquier resultado relacionado con la salud.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando comparamos el entrenamiento aeróbico con el entrenamiento de fuerza? Al parecer que no existe una diferencia significativa. No se observó una reducción significativa en SAT al comparar los grupos de AT con los grupos de RT. La diferencia promedio fue de tan solo -0.73 cm2, con un intervalo de confianza que osciló entre -4.49 y 3.03. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los estudios presentaron una gran heterogeneidad en cuanto a sus diseños y resultados. Los autores llevaron a cabo un análisis más detallado y trataron de encontrar diferencias al comparar el entrenamiento aeróbico con el entrenamiento combinado en tres estudios. Sin embargo, tampoco se encontraron efectos significativos en este caso.


¿Qué significa esto?

Todos los tipos de ejercicio pueden resultar efectivos para reducir el tejido adiposo subcutáneo (SAT) en comparación con la falta de actividad física. Además, la combinación de entrenamiento aeróbico y de resistencia podría conducir a una reducción del SAT mayor que cualquiera de las dos modalidades por separado. Esto se debe posiblemente al mayor gasto energético asociado al entrenamiento combinado.

Veamos algunos detalles interesantes.

#1. Grasa visceral vs subcutánea

Este estudio no es el primero en realizar una revisión y meta-análisis sobre los efectos del ejercicio en el SAT. Un estudio de Merlotti y cols. (4), comparó la pérdida de grasa visceral y subcutánea entre diferentes intervenciones (dieta y ejercicio, medicamentos que promueven la pérdida de peso y cirugía bariátrica). Los resultados mostraron que la disminución de la grasa subcutánea fue mayor que la grasa visceral, medida tanto en términos de área, volumen como peso. Sin embargo, el porcentaje de reducción de la grasa visceral siempre fue mayor que el porcentaje de reducción de la grasa subcutánea, sin diferencias significativas entre las distintas estrategias de pérdida de peso. Estos resultados se asemejan a los obtenidos en el estudio que estamos analizando ahora, donde la combinación de ejercicio y dieta condujo a una reducción del SAT.

Una revisión sistemática y meta-análisis más antiguo llevado a cabo por Ismail y cols. (5), encontraron que el ejercicio aeróbico, pero no el ejercicio de fuerza, fue efectivo para reducir el tejido adiposo visceral (VAT). La diferencia en los hallazgos del ejercicio de fuerza posiblemente se deba a la inclusión de diferentes estudios y a la variable medida (SAT vs VAT). En esta revisión se encontraron solo 7 estudios superpuestos de un total aproximado de 15, y la discrepancia se debió principalmente a una diferencia de seis años en las fechas de publicación de los estudios incluidos.

#2. Disminución de tejido adiposo y género

También puede haber una justificación para las diferencias de género en la distribución de la pérdida de tejido adiposo. Los datos sugieren que los hombres tienden a experimentar una mayor pérdida de grasa subcutánea en la región abdominal (6), mientras que las mujeres tienden a tener una mayor pérdida de grasa en los muslos en respuesta al ejercicio (7). Además, pueden existir diferencias relacionadas con la edad en los hombres. Por ejemplo, en un estudio de Schwartz y cols. (8), se observó que los hombres mayores (con sobrepeso) tienden a presentar una mayor disminución de SAT del tronco, mientras que los hombres jóvenes experimentan mayores pérdidas en las extremidades.


Limitaciones y fortalezas

  • En primer lugar, la mayoría de los estudios analizados en este meta-análisis se llevaron a cabo en individuos con obesidad, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico, lo que nos impide saber si los mismos efectos se observarían en personas sanas.
  • Otra limitación es el uso de una escala de calidad del estudio no validada (Jadad modificada). Los autores tuvieron que eliminar dos componentes de la escala de Jadad, ya que no era posible realizar un enmascaramiento de los participantes en los grupos de ejercicio, lo que resultó en una escala de calificación de 0 a 3 en lugar de 0 a 5. Sería recomendable considerar el uso de una escala como la escala PEDro en futuros estudios.
  • Una fortaleza del estudio radica en la comparación entre diferentes tipos de ejercicio y controles, lo que nos brinda una mejor comprensión de qué modalidad puede ser más efectiva. Sin embargo, hubiese sido interesante incluir también la comparación con la dieta, dado que algunos de los estudios analizados incluían este componente.

Conclusiones e implicaciones prácticas

Tanto el entrenamiento aeróbico como el entrenamiento de fuerza pueden ser eficaces para reducir la acumulación de grasa en la región abdominal. No se observa una clara superioridad de uno sobre el otro en este aspecto. Sin embargo, la combinación de ambos tipos de entrenamiento probablemente sea más efectiva, y esto puede atribuirse al incremento general en el gasto energético que se logra. Es importante destacar que, si no se establece un déficit calórico, es probable que se encuentren dificultades para reducir la grasa abdominal de manera significativa, y es poco probable que se pueda focalizar específicamente en esa área del cuerpo en particular. Para lograr resultados satisfactorios, se requiere no solo la combinación de ejercicios aeróbicos y de fuerza, sino también un control dietético adecuado que garantice un déficit calórico y permita la disminución de la grasa abdominal.


Referencias

1) Brooke y cols. 82004). Validation of new anthropometry-based standard for metabolic syndrome and nutritional status screening: A pilot study.
2) Harwood. (2012). The adipocyte as an endocrine organ in the regulation of metabolic homeostasis.
3) Friedenreich, & Orenstein. (2002). Physical Activity and Cancer Prevention: Etiologic Evidence and Biological Mechanisms.
4) Merlotti y cols. (2017). Subcutaneous fat loss is greater than visceral fat loss with diet and exercise, weight-loss promoting drugs and bariatric surgery: a critical review and meta-analysis.
5) Ismail y cols. 82011). A systematic review and meta-analysis of the effect of aerobic vs. resistance exercise training on visceral fat.
6) Ross y cols. (1996). Influence of diet and exercise on skeletal muscle and visceral adipose tissue in men.
7) Wilmore y cols. (1999). Alterations in body weight and composition consequent to 20 wk of endurance training: the HERITAGE Family Study.
8) Schwartz y cols. (1991). The effect of intensive endurance exercise training on body fat distribution in young and older men.

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